La ocasión en la que Juan Miguel Aranzábal vio a su jefa en el interior de una bodega en la sierra de Madrid, no se le olvidará nunca. Su visión y el concepto que de ella tenía cambió por completo. Ocurrió hace unos años, durante unas jornadas de trabajo grupal de su empresa. No se trataba de un experimento empresarial de su empresa, sino de un protocolo que prolifera cada vez más en empresas, como vía de motivación y búsqueda de nuevos incentivos para sus trabajadores.
Los expertos en este tipo de técnicas, consideran que mejoran la comunicación y la colaboración dentro de las organizaciones; se fomenta el aprendizaje compartido, se produce una mayor involucración en los procesos por parte de los empleados, se genera un mayor número de ideas, aumenta el sentimiento de orgullo de pertenencia y el nivel de compromiso de los empleados.
Se trata de romper barreras antiguas en los niveles de responsabilidad, logrando que durante un día o un fin de semana distintos estamentos de una empresa compartan mesa y mantel, y se vean como posiblemente son fuera del horario de oficina.
Expertos en coaching, consideran que la gran efectividad de un equipo de trabajo se basa en su diversidad: cuanta más variedad de roles exista entre los miembros de un mismo equipo, mayor será su fortaleza y su potencial para alcanzar sus objetivos.
El problema de no trabajar en equipo no siempre nace de los empleados de posiciones medias o bajas en una empresa, como se suele pensar, sino de las capas altas, que no incitan al trabajo en comunidad. Dos profesores colombianos (Bayona y Heredia Cruz) publicaron en junio de 2012 el estudio El concepto de equipo en la investigación sobre efectividad en equipos de trabajo, del que se obtenía como conclusión que “los gerentes no conocen necesariamente los factores que afectan a la efectividad de los equipos de trabajo (…); un adecuado establecimiento de las competencias de los equipos es esencial para el adecuado funcionamiento de los procesos de gestión humana”. Características como la composición del equipo, el diseño de la tarea, la heterogeneidad de los miembros o el contexto de la organización afectan a la eficiencia de los equipos, según el informe.
Ya no se puede esconder, que la actuación y el cómo se lleva un equipo de trabajadores, impacta de manera directa en una compañía. Se ha de buscar entre los empleados, a aquellos que fomentan el conflicto, para intentar cambiarlos y hacerles ver que su comportamiento no fomenta un clima agradable de trabajo. Solo aquellas organizaciones que cuenten con equipos sólidos, sinceros, bien preparados, que trabajen en sincronía, donde todos remen en la misma dirección y estén orientados hacia la consecución de unos objetivos en común, serán capaces de obtener buenos resultados y sobrevivir en el futuro.
En esa línea de trabajo se maneja Microsoft, una compañía conocida por aplicar el método job shadowing entre sus empleados. La fórmula de trabajo parece sencilla: cada nuevo empleado pasa un periodo de tiempo con otro más experto trabajando mano a mano, como si fuesen hermanos gemelos. Esa etapa como observador hace que el aprendizaje del novel sea más rápido y eficaz, y su integración entre sus compañeros, óptima.
Hay empresas que van más allá y utilizan una red social corporativa llamada Yammer, que permite el aprendizaje colaborativo. Y lo que es más sintomático es que el uso de este tipo de herramientas se traduce, a su vez, en que el 98% de los empleados “les apasiona” el trabajo que hacen dentro de la compañía, según las encuestas internas de grandes compañías, lo que hace aumentar el sentimiento de pertenencia a la organización.
La creación de redes sociales privadas dentro de la propia empresa, como Yammer, también ayuda a la integración y la valoración del trabajo dentro de la compañía, según los expertos. El uso de redes sociales corporativas incrementa un 25% la productividad.
La relación con los compañeros de trabajo ya no se limita a hablar durante el almuerzo o el café: ahora, en algunas compañías incluso está permitido chatear.
