Cuando tenemos las respuestas, nos cambian las preguntas

La frase con la que inicio este artículo de opinión, la oí ayer en la radio. Cómo no, se trataba de un programa informativo que hablaba sobre algo que ahora, después de la Eurocopa, vuelve a preocuparnos: la crisis, palabra maldita donde las haya. Todo el mundo ha tenido una: matrimonial, de personalidad, de convicciones, de pensamiento,…

La frase con la que inicio este artículo de opinión, la oí ayer en la radio. Cómo no, se trataba de un programa informativo que hablaba sobre algo que ahora, después de la Eurocopa, vuelve a preocuparnos: la crisis.

Crisis: palabra maldita donde las haya. Todo el mundo ha tenido una: matrimonial, de personalidad, de convicciones, de pensamiento,… pero claro, se trataba de una crisis que a lo sumo englobaba a dos personas y el superarla era sólo una cuestión personal o de pareja. Pero ahora no. Ahora se trata de una crisis que nos arropa a todos por las noches valiéndose de la prima de riesgo y nos levanta con un constipado del carajo y con la fiebre y el diferencial del bono español a diez años por las nubes.

No soy un experto en economía, ni pretendo serlo. Pero me llama la atención que siendo una persona que maneja a diario términos jurídicos y un lenguaje técnico que supuestamente debería valer para servir de base y entender otras cuestiones y terminología de índole económica, me veo perdido y absorto. Y he llegado a la conclusión de que ni yo soy tonto, ni mis conciudadanos tampoco. Simplemente, cuando empezamos a entender algo y a dar respuestas, nos cambian las preguntas. Y así, es imposible. Pero, ¿quizá es lo que quieren?, ¿o no?.

Nos hablan de que el Banco Central Europeo (el único que no te da una televisión por domiciliar la nómina), ha bajado el tipo de interés del dinero; que ahora las hipotecas antiguas sufrirán una rebaja en sus cuotas mensuales, que los bancos nacionales podrán dar préstamos más ventajosos para reactivar la economía,… Pero no todo es oro: el señor Mario Draghi (una especie de Gran Hermano Iluminado, que debe estar todo el día haciendo “edredoning”, porque me da a mí que se entera de menos que yo), ha sido ambiguo. Sí, ambiguo, es decir, en su discurso ha dejado la sensación de que el BCE no está conectado a la compleja realidad que vivimos. ¿Por qué el descenso de un cuarto de punto en el tipo de referencia, hasta dejarlo en el 0,75%?, ¿por qué no medio punto como ha hecho el Reino Unido?.

Según Gran Hermano Draghi, “se intenta que el dinero fluya de los bancos a las empresas (no estaría pensando en Bankia, claro está). Vale. Aceptamos pulpo como animal de compañía, pero, ¿por qué no se hizo antes?. Todos, hubiésemos querido oír que el BCE estaría dispuesto a defender la estabilidad de España (y otros países como Italia), afectados por la desconfianza de los mercados. Pero lo único que a mí me da la espina, es que el BCE está invocando a los espíritus de la inflación.

Pero, señor Gran Hermano Draghi: ¿por qué no habla usted con Merkel Milá (nuestra Presidenta) y la comenta que esto no es un plató de televisión?. Aquí, en la realidad que vivimos y en nuestro día a día, no hay tomas falsas: se destruyen empleos, las familias están ahogadas, cada vez tenemos más presión impositiva, se desmonta nuestro estado de bienestar,…Y parece, que lo único que vale es dar más fuerte con el mazo a los currantes. Y encima, cuando TODOS los que no tenemos ni idea de economía, vemos que una de las respuestas a esta situación, es hacer que haya más consumo, más productividad, más estabilidad, más inversión en educación, que la gente no vea peligrar su puesto de trabajo, que los bancos paguen por sus desmanes, que la gente que nos ha llevado a esta situación se siente en el banquillo de los acusados,…ustedes, nos dicen que sí, que puede ser correcto, pero que la pregunta no era esa.

No somos tontos. Aunque lo parezcamos.

Francisco Miguel Muñoz Martínez.
Abogado.

 
 
 
 
 
 

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