Editorial Revista nº 39. «EMPRESARIO»

Belarus. Grandes llanuras envueltas por bosques y lagos. Grandes extensiones de deseo, capacidad e ingenio limitados por un sistema igualitario. Conformismo y aceptación con el pasado, deseos de cambio, ganas de volar emprendiendo. Un país bonito, despegando.

Belarus. Grandes llanuras envueltas por bosques y lagos. Grandes extensiones de deseo, capacidad e ingenio limitados por un sistema igualitario. Conformismo y aceptación con el pasado, deseos de cambio, ganas de volar emprendiendo. Un país bonito, despegando.

He tenido la oportunidad de vivir la huelga donde no hay crisis,  donde el desarrollo económico  quedó ralentizado, donde la igualdad se convierte en injusticia, donde la iniciativa personal está condicionada a un sistema del pasado. Exactamente lo contrario a la sociedad de la especulación, la manipulación, el fraude, el consentimiento ilegal, el oportunismo y la vida frívola en donde el amiguismo, la imagen sin fondo y el convencionalismo han estado por encima del esfuerzo, del trabajo, de la creatividad y del riesgo.

¿Es tan difícil creer en el sentido común, en la coherencia, en la igualdad de oportunidades y en la desigualdad de resultados?

Yo creo en todo ello, y creo que la mayoría de la sociedad cree y por eso pido que políticos y sindicatos dejen de utilizarnos, dejen de vociferar como si no tuviéramos criterio, dejen de aferrarse al asiento cargos que profesionalizan tareas que debieran estar alimentadas por sentimientos vocacionales al servicio del pueblo y dejen de pisotear principios y valores para mantenerse en un puesto. La política y los sindicatos están para servir, para ayudar y para trabajar por y para la sociedad que ha depositado en ellos su confianza.

No es justo ni apropiado que unos cuantos se adjudiquen la representación de todos los trabajadores, se atribuyan el derecho al insulto como discurso, tengan derecho a utilizar el piquete como represión para justificar sus seguimientos y apelen al miedo haciendo referencias a capitalismos dieciochescos.  No es justo ni tiene sentido que se radicalicen conceptos y se separen con tanta frivolidad a trabajadores y empresarios cuando, hoy, el 90% de los empresarios somos trabajadores y cuando más del 90% de los trabajadores no creen en los sindicatos y, por ello, se están convirtiendo en una carga social sin representación ni seguimiento.

Que palabra tan noble la de “sindicalista” cuando quien la ostenta es un buen trabajador, el más capacitado, el más preparado, aquel que sea capaz de discernir entre lo bueno y lo malo en cada momento, el que para vivir no necesita de ayudas externas a su trabajo, el que tiene capacidad para sacrificarse por sus compañeros sin pedir nada a cambio, el que esté dispuesto a trabajar tantas horas como trabaje el empresario. Hoy en la pequeña y mediana empresa el sindicalista es el compañero que recoge y canaliza opiniones, busca las mejores soluciones en beneficio de todos, ve a la empresa como algo suyo y necesario, algo que hay que defender por ser el sustento  de todos y el medio para desarrollar habilidades y conocimientos.

El empresario moderno no es el enemigo de nadie, es el que crea, el que invierte, el que arriesga, el que genera empleo. El empresario moderno no es el oportunista, ni el especulador, ni el defraudador, es el que coordina equipos de trabajo, el que compite con calidad y servicio, el que antepone la empresa al interés individual y gestiona clima laboral, resultados y beneficios.  El empresario moderno no es el que tiene la riqueza como primer objetivo, es el que es consciente del día a día, de la continuidad en el tiempo, de que trabaja con personas con las que comparte la ilusión y el premio.

Las PYMES ocupamos a más del 80% de los trabajadores en España, merecemos un respeto, una consideración, el apoyo de las instituciones, el respaldo de los políticos, el reconocimiento de los sindicatos. Cuando el emprendedor y el pequeño y mediano empresario recuperen la confianza y tengan el apoyo y el respaldo que necesitan, en ese momento se podrá decir que la economía se está recuperando.

No queremos regalos. Queremos una legislación que apoye en los cobros, facilite la financiación, respalde y valore la creación de empleo, incentive al emprendedor, premie la formación, controle el fraude y el oportunismo, regule la capacidad y la calidad para acceder a los beneficios sociales e impida que la especulación y rendimiento rápido no se confundan con los empresarios en las relaciones con instituciones y administración. Queremos legislaciones diferentes que regulen situaciones y circunstancias diferentes, que faciliten el desarrollo de la PYME. Las leyes, cuando se diseñan generalizando, siempre discriminan al minoritario y en el mundo de la empresa el pequeño y mediano empresario es el perjudicado.

En la crisis somos imprescindibles. Para la recuperación somos necesarios.

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